Por estos días la Congregación celebra su XIX Capítulo
General, gracias a este tipo de medios estamos muy conectados todos los que
corporalmente no estamos allí, y por ello, al escribir estas palabras me vienen a la
mente los rostros de las hermanas que
ayer fueron entrando una por una a ocupar un sitio en el Capítulo.
Gracias por sus horas de trabajo, reflexión, oración…
gracias por compartirnos y hacernos sentir que cuentan con nosotros.
En este verano me convenzo de que
abriendo el corazón, nos permitimos recibir lo mejor Y MÁS, y ese más no es cualquier
cosa, son gestos, palabras, testimonio, cercanía, acogida y sobre todo
FRATERNIDAD.
Una cosa que va marcando este verano y mi proceso, es reafirmar que cada hermana es un don para
la congregación, ellas lo han dado todo y lo siguen dando desde sus
posibilidades y en la etapa de vida en que se encuentra cada una; son ejemplo
de entrega, fidelidad, perseverancia, y de que el Reino de Dios se va
construyendo desde lo sencillo, desde la simpleza de saberse sostenidas en todo momento por Él.
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