Con alegría
de regreso y anhelo de presente, vuelvo de unos días llenos de intensidad, aprendizaje y cariño.
Hoy vuelvo
con el corazón en las manos, con la mirada deseosa de ver las hermanas, la
casa, los niños… vuelvo después de unos días diversos y gratos, no puedo
resumir en palabras tanto que he recibido, tanto apoyo, comprensión y ternura.
En
el mes de agosto tuve el gran regalo de visitar mi tierra Colombia y mi familia,
han sido unos días súper especiales, de acogida, de contar y de escuchar; he tenido la oportunidad de pararme, de sentir
y de vivir como nunca la vida de hogar. A mi madre, mis hermanos, mis tíos,
primos y abuelos les sobraban atenciones, buenos deseos, admiración y sobretodo
apoyo.
Por
mi parte agradecí cada instante, cada palabra, cada abrazo y comprendí que mi
vida y vocación son la continuidad de un Amor que se ha ido creando y se crea
desde lo más profundo, desde lo simple, desde el plato de sancocho y desde el
ver bien a los míos y tener la fuerza de regresar feliz.
Quiero compartir con ustedes el rostro de los seres que tanto amo y llevo en mi ser.
A Dios gracias, infinitas gracias por cada uno de ellos, por sus vidas, por su proyectos y por sus sueños.
Ellas son la ternura, la acogida... ellas para mi valen oro.
Mi abuelita Rosita y mi mamá Angela.
Ellos son la luz de mis ojos, mi madre Angela y mis hermanos Julian y Valentina.
Ellas son alegría, ilusión y bendición, Son mi tía Janeth y mis primas Mariana, Luciana y Celeste.
El es mi tio Mauricio, es el ángel de la guardia, es apoyo y guía.
Él es mi querido abuelo Joaquin.
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