miércoles, 15 de mayo de 2019

Semana vocacional en el Patrocinio.



Tengo miedo…
 Sé que me sigues y me acabas encontrando…
Tengo que decir que sí, es un si comprometido, un sí de Amor que cambia el mundo, acaso hay un sueño mejor…
Di sí al sueño de Dios.
Es  difícil plantear la vida consagrada cuando  tú también te la estás planteando, es un reto trasmitir el Amor que he  recibido y que a veces no comprendo  y al final…  solo queda Su Obra, muchos rostros y  sonrisas, barcos de papel llenos de sueños por cumplir y una pregunta que resuena en nuestros corazones  ¿Cuál es e sueño de Dios para mí?
Los sueños de Dios tienen que ver con lo que yo tengo en lo profundo de mi corazón y con lo que realmente me hace feliz, requieren la sencillez de nuestras vidas, la espontaneidad de acogerlos y la dulzura de vivirlos.
 Hay sueños que yo llamaría  “sueños  de hermanos” se me ocurre ese nombre porque son los que nos surgen al pensar en Dios, son esos ideales que unidos podemos conseguir, como la felicidad, la equidad y la justicia.

Otros sueños que yo bautizaría con el nombre de “sueños interiores “son esos que nacen de nosotros, sin esforzarnos  porque coinciden con lo que somos   y con lo que vamos  haciendo.
Y por último yo reconocería esos “sueños cotidianos”, los que se van realizando día a  día, en la continuidad  como nuestro trabajo, nuestra familia y nuestra Congregación.







Todo lo anterior,  me surge de la experiencia que he tenido está semana pasada en las clases de 6 de primaria  a 4 de la eso, son palabras que pongo a hermosos espacios, porque  esta semana que estaba dedicada a nivel de diócesis para la oración por las vocaciones con el título “Di sí al sueño de Dios”  fue una semana llena de besos de Dios.

 Agradezco mucho a cada chico y chica que compartió con nosotros lo que creían es el sueño de Dios para ellos…


Señor, en Tu Palabra confiamos, “MENTE, VOLUNTAD Y CORAZÓN”
San Juan (10,27-30): En aquel tiempo, dijo Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.»

La libertad y la vida eres TÚ.



Gracias también a las profesoras  Cristina y Nadia por abrir sus clases a este sueño de Dios.

Os comparto el vídeo de conclusión.


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