El
viernes Santo un gran número de personas del pueblo de Villafranca se acercaron
a la Parroquia Santa Marina de aguas Santas para participar en el Vía
crucis convocado para las 12 del medio día.
Se
rezó por el camino señalado en el interior de la parroquia, Alrededor de 90 personas fueron las que hicieron el recorrido
penitencial. Hombres y mujeres de todas
las edades, jóvenes, niños matrimonios y personas mayores se dieron cita para
acompañar al Señor en sus últimos momentos. Con su Párroco al frente, don Eugenio
el vía crucis comenzó presentado al Señor
las intensiones personales y
recordando a nuestras familias.
El
Vía Crucis que se tomó para rezar tenía un esquema sencillo: primero el texto
Evangélico, una pequeña reflexión y finalmente un gesto y oración corta. Durante
el recorrido del Vía Crucis, silencio, oración y acciones que nos permitían encarnar en nuestras vidas
el recuerdo de la Pasión y Muerte de Jesucristo.
Algunos
gestos especialmente sentidos fueron: el momento en el que todos los
participantes tomamos un pañuelo y
limpiamos las heridas de Jesús desde lo que somos. Cambiar los clavos de la
cruz por gestos de vida representados en corazones de papel, los abrazos que
simbolizaban la carga de las cruces entre nosotros y en comunidad, el despojarnos
de cosas materiales con cargas sentimentales como las alianzas, las llaves de
casa, el móvil, la cruz que llevas cada día…, la descarga de nuestras propias
cruces en rocas que se dejaron al lado del sepulcro del Señor y por último la
entrega de cruces de hijos a padres y de jóvenes a personas mayores para
agradecer y valorar la sabiduría y lo fundamental de ellos en la vida
familiar y en la vida cristina.
Cerca de hora y media duraron las catorce estaciones en las que
acompañamos al Señor, y en cada estación fuimos agradeciendo, valorando,
pidiendo y compartiendo lo más humano y lo mas sencillo, lagrimas desde lo hondo, nombres, rostros, respeto y
solemnidad.
Después de la bendición y
una vez salíamos de la iglesia para
regresar a casa, nuestras cargas y cansancios
parecían haberse esfumado, y es que el Vía Crucis fue una experiencia
inolvidable que sigue calando en el interior.
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