miércoles, 8 de agosto de 2018

Arepas y perico...

Las  cenas de Cájar son una oportunidad para compartir, para recordar...


Es muy agradable que  en la noche llegue el carro con una sorpresa diferente.
Muy temprano Vivi ya estaba preparando la masa de maíz para las arepas de la cena, Gabi y yo pusimos a punto la cebolla y el tomate para el perico  y  Sor Asunción vino a probar si la masa estaba blanda. El tiempo que pasamos juntas preparando fue corto pero muy sustancioso y los resultados para chuparse los dedos, en media hora estaban las arepas asadas y el perico caliente para sentarnos a cenar. 

Las hermanas recibieron la cena  con mucha ilusión ya que la mayoría de ellas  han vivido muchos años  en Venezuela y Colombia  y disfrutan con nosotras de las comidas tradicionales de nuestras tierras. Además, en  las comunidades se preparan una que otra vez. Todas cenamos, algunas repetimos y se compartió la alegría  de comer algo tan nuestro como la arepa de maíz del desayuno y el perico de la mamá.

También tuvimos un espacio  para recordar el tiempo que ha trascurrido, a nuestros seres queridos, lo bailarinas que han sido algunas hermanas, lo trabajadoras, lo atentas y cariñosas que son y  expresaban  tanta riqueza  y tantos años de aprendizajes, amor por la Congregación y entrega sin reservas.

Estos días en Cájar  van siendo días de ser hoja en blanco, la edad, las preferencias y todo lo demás... se dispersa en medio de la alegría de vivir juntas como hermanas, siendo cada una auténtica y ofreciendo lo que tiene, porque a medida que pasa el tiempo, son muchas más las cosas que me van quedando que las que yo  puedo dar.
   












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