He pasado las cuatro estaciones y llegó mi segundo verano, he sentido que el tiempo se ha ido tan rápido, mi primer año de noviciado pronto concluirá y tengo varias experiencias que no he compartido en el blog y que han sido significativas. Por ello he decido retomar mi escritura y hacer una pequeña memoria de lo que he hecho y compartido este año a nivel de comunidad, apostolado y Congregación.
Quiero subrayar que este año fue especialmente enriquecedor en todos los aspectos y que cuando he sentido el dolor por la distancia de mi familia, por el desprendimiento de mis formas, he recibido la fortaleza para avanzar y disfrutar este primer año de noviciado. El primer recreo de los más pequeños. Recibir los más pequeños en el patio cada mañana fue uno de los hábitos que más valoré en este curso, su sonrisa desde tan temprano, el buenos días que aprendían a decir, el beso espontáneo, el vestido nuevo, el jersey que no trae, los que lloran… son de las cosas que más voy a echar de menos en estas vacaciones, porque cada mañana trasformaban mi mundo y me recordaban el valor de lo pequeño.
- En el mes de noviembre del 2017, me inicié como catequista de un grupo de 18 niños del colegio Patrocinio de María de 3º de Primaria, para los niños su segundo año, para mí, mi primer grupo de catequesis. Desde el comienzo me costó el manejo del grupo que era numeroso, la coordinación y trabajo con los libros. Durante el curso busqué animar a los niños, quise mostrarles a Jesús como un Amigo importante y hacer de las clases un espacio divertido y diferente. Cada clase me fue dando lecciones y al final aprendí un montón, aprendí a valorar a cada uno en la diferencia y dones personales, aprendí a sacar tiempo para rezar y también para jugar y reír, y lo que más valoro fue el cariño que se fue entretejiendo. Al terminar el curso estábamos muy a gusto y contentos de ser un grupo de amigos que aprenden del Amigo.
- En marzo de este año, tuve la oportunidad de compartir y asistir a la inauguración del Primer Centenario de nuestra Congregación, un acontecimiento que sin duda ha marcado mi proceso vocacional y ha sido acción de gracias para todas y todos los que somos parte de esta gran familia de las Hijas del Patrocinio de María. A nivel personal el estar en la apertura de esta celebración ha sido de lo mejor que he podido vivir en este primer año, he vivido con un mayor sentido de pertenencia y alegría la acción de gracias por estos cien años de la Congregación. Siento que forma parte de mi historia, son pilares en mi proyecto y en el estilo de vida que he elegido. Me emociona escuchar a las hermanas contar la historia de la unión de las obras de nuestros dos fundadores, los PP Cosme Y Luis, sintiendo gran admiración por la valentía y humildad con la que la Madre Amalia Cea actuó en los primeros momentos de la unión. Valoro la voluntad de continuar en servicio y amor de las hermanas que nos han precedido, ellas que a través de los años se han adaptado, han afrontado las dificultades, han vivido y celebrado las gracias y bendiciones, han sido puentes de Dios aquí en la tierra para muchas personas.
- En el curso 2017-2018 asistí a clases en el internoviciado, en la Escuela Regina Apostolorum de los Claretianos. El grupo estaba conformado por 35 novicias y novicios muy diversos, no sólo de congregaciones y apostolados, sino, de edad y de países de origen. Allí tuve la posibilidad de compartir y aprender y agradezco esta oportunidad que se me ha ofrecido desde la Congregación. Me ha ayudado a superar miedos frente a la etapa de noviciado, también a encontrar amistades cercanas y estables, me ha proporcionado el dar y recibir dones. Como principal beneficio me brindó conocimientos para mi formación espiritual, humana y congregacional.
- En Semana Santa, participé en la misión que se realizó desde la Congregación, en el pueblo de Villafranca de Córdoba. La experiencia vivida con el grupo de niños de catequesis, con los jóvenes en el campo, con los adultos mayores en la parroquia, en la visita a los enfermos y con la comunidad de hermanas, fueron sin duda, motivo de ilusión e impulso en mi proceso. Al compartir activamente la misión con Andreina, Viviana, Yolanda, Mª Carmen y Gabi, tomé conciencia de la belleza de la comunidad, de la fraternidad y de la confianza en Jesús para llevar su Evangelio donde él quiera, donde el prójimo nos necesite.
- El primer recreo de los más pequeños. Recibir los más pequeños en el patio cada mañana fue uno de los hábitos que más valoré en este curso, su sonrisa desde tan temprano, el buenos días que aprendían a decir, el beso espontáneo, el vestido nuevo, el jersey que no trae, los que lloran… son de las cosas que más voy a echar de menos en estas vacaciones, porque cada mañana trasformaban mi mundo y me recordaban el valor de lo pequeño.
- Día de la solidaridad. En el colegio de los mayores, padres, profesores y todo el personal se volcó para organizar una tarde solidaria con la finalidad deayudar a las obras sociales que la Congregación promueve en Venezuela y Colombia (comedores y apadrinamientos). Contamos con un mercadillo solidario, talleres, rifa, comida y actuaciones de los más pequeños. Desde la sencillez y la solidaridad, participó toda la familia, todos llevaron, todos compraron, todos disfrutamos y al final sentí la sensación de que estaba en el lugar correcto, porque lo que viví me hizo feliz.
- Procesión del Corpus. Este año fui con las hermanas de la comunidad a la procesión del Corpus, Sor Antonia García, Petra, Silvia y yo, y en medio de la gran cantidad de gente, de la Custodia, donde el Señor se hacía presente por las calles de Madrid y desde la distancia que nos separaba del Señor, lo acompañamos, andamos literalmente tras de él, escuchamos desde el corazón su mensaje de seguridad y donación, fuimos mujeres silenciosas que en nuestro interior agradecimos, recordamos y vivimos la presencia del Señor. Personalmente ese día me impresionó, era la primera vez que lo vivía así y me gustó, me llenó y me sentí más cercana de Dios y mis hermanas.
Quiero subrayar que este año fue especialmente enriquecedor en todos los aspectos y que cuando he sentido el dolor por la distancia de mi familia, por el desprendimiento de mis formas, he recibido la fortaleza para avanzar y disfrutar este primer año de noviciado. El primer recreo de los más pequeños. Recibir los más pequeños en el patio cada mañana fue uno de los hábitos que más valoré en este curso, su sonrisa desde tan temprano, el buenos días que aprendían a decir, el beso espontáneo, el vestido nuevo, el jersey que no trae, los que lloran… son de las cosas que más voy a echar de menos en estas vacaciones, porque cada mañana trasformaban mi mundo y me recordaban el valor de lo pequeño.
Ha sido un buen resumen y te felicito.
ResponderEliminarMe alegro que haya sido un año provechoso para tu formación y que ya estés preparada para inicial el segundo año de noviciado.
Que completes tu formación leyendo.
Nos veremos pronto.