Finaliza el año escolar en
Venezuela, estamos en el tiempo de revisión, dando la oportunidad a aquellos estudiantes
que deben mejorar para que pasen al año siguiente. Este último lapso ha sido atípico
debido a las circunstancias que nos acompañaron, las medidas de prevención y el
vivir el proceso educativo en la distancia.
Ha sido un tiempo difícil, que
nos ha permitido buscar alternativas de encuentro y relación, personalmente me
ha favorecido en cuanto personalización con los estudiantes y preparación de actividades
más claras, más concretas y con un objetivo.
La comunicación que en tiempos
normales pudo ser menos fluida se abrió paso entre los muchos mensajes que a
diario recibimos en nuestros correos, paginas, celulares, sin mencionar a todas
las personas que no cuentan con los medios y realizaron las actividades manuscritas,
por momentos fue una oleada de información que desbordo nuestras rutinas de
clase y nos enseñó… nos enseñó mucho a los profesores que descubrimos otros
talentos en nuestros niños y jóvenes, que vimos crecer y protagonizar a tantos
otros que en clase dábamos por perdidos, y recalco todos esos que regresaron,
que despertaron, que encontraron en este tipo de educación a distancia su tabla de salvación y a la vez la
oportunidad de demostrar su valentía y creatividad.
Al revisar las actividades planteadas y darnos la oportunidad de “tratar de entender a los jóvenes
en sus casas” , buscando la manera y los
medios de comenzar a estudiar, de leer por lo menos dos veces para entender
nuestros planteamientos, y a veces, las respuestas no son ni parecidas a lo que esperábamos, rondaban
sensaciones de frustración, porque quisiéramos estar con ellos para guiarlos,
para hacernos entender mejor, porque sentimos que teníamos que especificar más, rodar menos y
ser más concretos.
Y también los representantes han
tenido la oportunidad de medirse, no para juzgar que tan buenos padres son,
sino para tomar consciencia de su implicación en los procesos, en cada una de
las materias y saliéndonos de los temas académicos, de la afectividad y vida
emocional de sus hijos. Ellos también nos sorprendieron, unos volviendo a sus
tiempos escolares, otros por su indiferencia y otros por ese acompañamiento
paciente pero dinámico, la búsqueda de las guías, de los medios, de construir hábitos
de estudio y de vida, porque nada ha vuelto a ser igual desde que ellos
acompañan el proceso y los profesores mandamos las actividades y calificamos,
ha sido un reto para todos.
Nos damos cuenta que nuestros
estudiantes les hace falta un buen refuerzo, de lectura, de reflexión, de
juicio crítico, de sustentación y fundamento, y a la vez nos damos cuenta que no
podemos ser pretenciosos esperando que ellos estén llenos de conocimientos que no
les ofrecimos cuando estuvieron de manera presencial, es evidente que la pandemia
nos está dejando huella, personalmente la veo evidenciada en los aprendizajes
tanto de los profesores, como de los estudiantes y sus representantes.
No sé si volveremos el otro curso
de manera presencial, lo que me queda muy claro es que nunca la educación ha
sido tan protagonista en los hogares como ahora. Imagino estas mamás
preguntando “ya hiciste las tareas” , o esos jóvenes pidiendo ayuda, cosas que
talvez no se repetirán, cosas que contar a las futuras generaciones, actos que
no generalizan, pero si humanizan, nos hacen familia, el hermoso arte de
comunicarnos, en esta ocasión una necesidad.
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