martes, 24 de marzo de 2020

Cómo...








En este tiempo en el que podemos disponer nuestro tiempo con mayor tranquilidad tengo la oportunidad de leer el documento “formación en la misericordia para la configuración con Cristo paciente” de María Isabel Quiros, y quiero compartir unos párrafos de la página 22 sobre la vivencia de los votos y la reflexión personal que hago.



“Como vivir la castidad, que es hacer posible el amor de Dios, comunicar su amor a los hombres y mujeres, sin tener la experiencia de ser bañada por la misericordia”.


Personalmente en mi vida, cuando sentí que llegaba al final de una etapa y que era el momento de emprender otro rumbo, humanamente me encontré sola y sinsentido, llegaste tú, rescataste mi vida, cambiaste mi mundo y desde entonces nada es igual, descubrí que no hay Amor más grande que el tuyo. …Y en esta tierra, ante estos hombres y mujeres llenos de inexplicable “buena vibra”, capaces de bañar una y mil veces los lodazales con sonrisas y llanto, cuesta comprender cómo es que, en las calles de este barrio, con los ojos oscurecidos sigan cantando y gritando que la vida es vida. 


Parafraseando a Maribel, vivir la castidad en Venezuela es hacer posible el amor de Dios presente en nuestros hermanos, abrir los oídos al amor que a diario comunica y toca el timbre, dejarse bañar por las miradas ausentes y presentes de madres y abuelas que luchan en la adversidad. Me siento desarmada ante esta gente que con cada nuevo paso hace posible el amor, en muchas ocasiones sin darse cuenta, cargando agua con alegría, personalizando los tapabocas y animándose entre ellos a que de una u otra manera están afrontando este difícil paso. 


“Como vivir la pobreza, que es vivir inseguridad, segura solo en Dios y la solidaridad con los pobres de la tierra, sin sentir primero la misericordia de Dios en mi pobreza “ 


Desde niña tuve muchos miedos e inseguridades, mi historia personal estuvo hilada por cambios y esperanza, de lo que hoy estoy segura es que tú nunca dejaste de acompañarnos, tu pusiste un plato de comida en nuestra mesa cuando parecía que no había salida, tu nos abriste muchas casas para que no nos acostumbrásemos sino para que valorásemos el que nunca nos faltó un techo y a nuestro paso pusiste innumerables personas que me regalaron tu presencia palpable y radiante. 


A estos hermanos nuestros que parece que una mano invisible los sostiene, es difícil pensar en las familias con gran cantidad de hijos que pocas veces se quejan y que haciendo cuentas por más que se estiren los sueldos nunca podrán llegar a cubrir sus necesidades básicas… Y ellos sí que viven desde la seguridad en ti, sí que confían y viven desde la alegría propia de la resurrección constante, realmente te haces presente en lo sencillo. 


“Como vivir la obediencia, que es el vivir teniendo como única pasión hacer la voluntad de Dios, que no es otra que su pasión por el mundo, la liberación de sus hijos” 


Tú me invitaste y señalas el camino y yo, miedosa y presumida me voy creyendo que en los procesos he ido avanzando por mi valor y esfuerzo, que ironía, tu sí que lo has hecho, tú has dado pasos a paso tu amor, tú me llevas y me sostienes, y yo, que soy cabecidura me cuesta reconocer que ha sido tu voluntad. En medio de este dilema personal me sigues dando enseñanzas, especialmente con los jóvenes y niños, ante ellos, mi vida se queda corta, y me doy cuenta que solo tu amor y voluntad hacen de ellos los tesoros que son. 


Reconozco que me quedo muy corta con estas palabras, y te pido Jesús que en cada nuevo día me regales el cómo.

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Repaso, reinicio, ilusión