lunes, 7 de octubre de 2019

Encontré la respuesta...



 Miro tan agradecida los días de preparativos en los que las hermanas se volcaron conmigo... La eucaristía, la decoración, el folleto y los pequeños detalles de cariño, las sonrisas, las miradas cómplices, su escucha, los abrazos... La ilusión que pusieron en todo, fue una experiencia que fue preparando el corazón para el día 5 de octubre.


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El día anterior estaba tan nerviosa... Pero ese día, de la mano de la Virgen Maria, todo fue un dejarse llevar. Desde el momento en el que entramos en procesión todas las hermanas Hijas del Patrocinio de Maria y comenzó la celebración, no pude dejar de sonreír, de sentirme amada y de sentir a Jesús tan cerca... Las lecturas eran la voz de nuestro Señor que me confirmaban, en cada canción, en cada oración de la liturgia... También entre abrazos, saludos y conversaciones.


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 El P. Eugenio que presidio la eucaristía nos brindó una hermosa homilía en la que nombro una palabra que ronda los corazones de los que hacemos parte de esta gran familia y es la palabra Esperanza, merece la pena recordar con sus palabras el valor de vivir desde ella “Recordar a Anlli que está viviendo la experiencia en Manizales, a María nuestra postulante en Venezuela, a Gabi nuestra novicia, nos recuerda que el Señor no nos ha dejado desamparados, que hay que seguir confiando, que nuestra esperanza no desfallezca, aquel que espera siempre recibe al tiempo de Dios”.
 Recuerdo tres preguntas que planteo el P. Eugenio y que personalmente siento que son para el camino, son para volver al primer Amor y tomar fuerzas para continua y son: ¿Qué es la vocación? y ¿Quién llama? ¿A qué llama aquella persona qué llama? ¿Qué quiere?.


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El momento de  pronunciar la fórmula de profesión, que llevaba escrita a mano, no pude contener la emoción y por unos instantes guarde silencio ante el sentimiento de pequeñez y a la vez de amor, respire y puse voz a lo que mi corazón tanto había deseado, consagrarme al Señor con toda mi vida por medio de los tres votos de castidad, pobreza y obediencia en la Congregación. Posteriormente la entrega de las insignias, otro momento que llevo en el corazón para siempre, el día en que recibí la medalla que me identifica como hija del Patrocinio de María, el momento en que conscientemente recibí y abrace las Constituciones de nuestra Congregación y el saludo de Paz de las hermanas, cada detalle y fija en el sagrario que estaba tan cerca me inundaron de alegría de la que solo Dios da.

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 Después de todas las muestras de cariño que no dejo de agradecer, en la oración de estos días siguientes voy comprendiendo que el compromiso que he hecho, es solo el inicio de una Alianza que me gustaría renovar cada día. Comprendo que el Señor realmente da más de lo que cualquiera de nosotros podemos desear... Que solo tenemos que saber descubrirle en nuestro día a día... Señor, caminaré contigo, igual que el pueblo de Israel, guiada solo por tu promesa: TÚ ME LLAMAS... TÚ ERES FIEL... TÚ LO REALIZARÁS.









Siento que es la respuesta que buscaba, que no hay otra mejor, que para Dios no hay Nada imposible, que en mis luchas y alegrías del tiempo del noviciado, me lo ha respondido mil veces y que hoy lo puedo ver con mas claridad.
   Gracias al acompañamiento de mis hermanas de Congregación Hijas del Patrocinio de María, mi pregunta esta resulta, mi vida tiene un rumbo nuevo, mis anhelos son como me lo han escrito en la tarjeta de felicitación " A donde quiera que vayas no dejes de  ser Luz " .
 ¿ Quién a dicho que es imposible? 
PARA DIOS NADA HAY IMPOSIBLE.


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