Que las vea
Señor.
Salir a la calle, dar
pasos al frente y pasar por la vida parece normal, ya nos hemos acostumbrado, suena bien…
¿he olvidado mirar a los lados?, he olvidado mirar a ella, sí, a ella, a la que cobra mi compra en
el supermercado, a la que me atiende en el banco, a la que le da clase a mis hijos,
a la que limpia el colegio, a la secretaria, a la guardia civil que vela por mi
seguridad, a la política que visibiliza nuestro genero, parece que me olvidado, como los ciegos del camino hemos perdido de vista
el camino, y como ellos, tendremos que
pedir un milagro para verlas.
Parece…
Hoy,
salir a la calle y reconocerme diferente frente a los hombres, pero igual en derechos y responsabilidades, parece un sacrificio; ser mujer capaz, viva, libre alegre y decidida
parece un reto, ser mujer parece que no es una realidad, y digo parece en sentido de
la inferioridad que supone y de la desigualdad que se percibe.
HOY TENGO MÀS
PRESENTE.
Recuerdo y tengo
presente a las millones de mujeres que anónimas han perdido la vida solo por
ser mujeres, han sufrido la violencia de género, desigualdad salarial y el
estigma de ser quienes son.
Soy novicia y lo
configuro con mi familia congregacional.
Desde mi ser de novicia y hermana de Congregación,
rescato con una sonrisa en la cara que
desde nuestras raíces, los venerables padres Cosme y Luis pensaron y reflexionaron seria y
comprometidamente en la realidad de la mujer en su contexto. Son cuatrocientos
años los que nos anteceden con el vivo carisma de la educación integral, en
ellas y también en ellos, por supuesto, porque
el legado más importante, con el que me identifico y el que me hace decir cada día
sí, es precisamente, el reconociendo de la mujer en el contexto de igualdad.
Hoy desde la oración he ido reflexionando con las palabras del P. Luis “habiendo
tantos medios para la instrucción de los varones, tantas escuelas, colegios y
universidades, apenas haya una escuela para la enseñanza de las mujeres, cuyas
almas habían costado a Jesucristo la misma sangre que la de los hombres”. y
me cuestiona ¿cómo lo estoy sintiendo?, ¿cómo
lo trasmito? Y ¿cómo lo siento?, me interpela y me pone de pie con
ojos dispuestos a mirar a los lados.
Nuestro carisma hoy tiene la esencia de estas
tres líneas y el corazón de cada una de las hermanas que lo hacen vivo y trasformador.
Feliz día de la mujer
a todas mis hermanas, de corazón, agradezco a Dios por su presencia, por su trabajo en España,
Venezuela y Colombia, por ser mujeres HPM.
Un Abrazo.
No se nos puede olvidar: formamos parte de una familia que siempre ha estado apostando por las mujeres y especialmente por las que más lo necesitan.
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