jueves, 23 de abril de 2020

Tiempo inolvidable...



La educación en este tiempo de coronavirus demuestra la madera de la que estamos hechos e inspira en medio de la crisis social a seguir apostando por nuestros niños y jóvenes que desean estudiar, que quieren luchar por sus familias, sus proyectos y su futuro.
Cada vez que recibo un trabajo sea en físico por las circunstancias de internet, de señal y de costo o por medios digitales me enorgullece tener la oportunidad de ser un ente activo en este tiempo y no por mi labor,  más que por el testimonio de tantos profesores y estudiantes que ante este tiempo viven y asumen la educación como un compromiso que requiere de creatividad, optimismo y vocación.
Ver, escuchar y palpar lo que es ser profesor en este tiempo hace que todos aquellos que soñamos un día con ser profesores nos motivemos más, es indudable que las circunstancias del coronavirus nos pone unas barreras invisibles, muy difíciles, muy aterradoras y a veces nos paralizan, pero es realista pensarlo y vivirlo con audacia, y carisma, es aquí donde encuentro el sentido de los dones recibidos, de la bondad de los hombres y mujeres que Dios ha puesto en nuestro corazón y que está en nuestras manos y libertad ponerlos al servicio.
Quiero parafrasear algunas historias, experiencias y eventos que han hecho de este tiempo un tiempo inolvidable a nivel educativo, y como no contar que hay profesores que llegan hasta el último rincón del barrio buscando llegar a los pequeños niños que con ilusión reciben sus tareas y buscan entre sus lápices los mejores colores para dar vida a sus sueños.
Como acallar que hay muchos estudiantes que en la noche hacen sus tareas recurriendo a las esquinitas donde llega algo de señal e internet y en el día buscan agua, ayudan a rendir los alimentos y animan a sus familias ante la crisis que es real y que no tiene escape.
Como no felicitar y aplaudir a nuestros coordinadores que han abrazado con los dos brazos, los pies, la mente y el corazón hasta la última materia, estudiante y representante para garantizar que la educación no sea otra barrera más, sino por el contrario,  que igual que cuando nuestros muchachos podían llegar al colegio cada mañana y olvidar sus penas, soñar  y luchar para ser mejores, puedan desde sus casas ser ellos el rayo de esperanza que mantenga viva a nuestra sociedad como una red de luz que parte de Dios y llega hasta los corazones más lejanos que a veces no encuentran otra explicación que unas manos que ayudan y una voz que da confianza y soluciona.
Aplaudamos a todos esos representantes que se han tomado este tiempo como tiempo de aprendizaje, de volver a ser estudiantes, de recuperar lazos desgastados, de volver a su colegio para dar la cara y decir con orgullo  aquí están los trabajos de mi hijo -   de mi nieto. Que alegría se siente cuando les vemos preocuparse por las notas, por los puntos, porque profesora dijo ()  y por compartir información hasta llegar a todos, porque esto nos demuestra que somos familia, que la educación es nuestra tabla de esperanza, que no importa que estemos en casa, porque en casa hay mucho que aprender, mucho que valorar y mucho que agradecer.
Y por último quiero dar las gracias en nombre de toda esta familia a Fe y Alegría,  a nuestra hermana Maribel, a Lizet nuestra directora, a nuestro hermano Richard y   a nuestro personal de ambiente por seguir garantizar que esto se mueva, que la vida no nos paralice y que la fe nos lleve  por senderos de ilusión, de soñar mañanas felices en los que todos volveremos a saludarnos en el pasillo, a subir y bajar nuestras apreciadas escaleras y de escuchar nuestro colegio lleno de voces y esperanza.
 Que nuestra vida no se condicione ante el coronavirus, que la educación sea nuestra motivación, que nuestros niños y jóvenes nos hagan levantar cada día para hacer de Venezuela un PAÍS DE BUENA MADERA.







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