El tiempo de Adviento.
Siempre me pregunte porque el
sacerdote cambiaba de color sus vestimentas, creía que dependía de su gusto y
cuando iba a misa con mi familia veía la capilla con el altar morado y
solo podía pensar en muerte y dolor.
Hoy segundo día de adviento y
después de un primer domingo emotivo de celebración por nuestro fundador el P.
Cosme, puedo expresar con alegría que el adviento es uno de los tiempos más
hermosos que la iglesia puede ofrecernos a los seguidores de Jesús, sus
hermanos y amigos.
Plantearme la pregunta ¿qué es
el adviento?, desde un contexto actual
me lleva a poner ejemplos muy de la vida, el otro día estaba en catequesis con
niños de 10 y 12 años y quería ex ponerles lo significativo que puede ser el
adviento si lo aprovechamos y vivimos con el corazón abierto, entonces les dije
que el adviento era un tiempo de cuatro semanas muy similar al tiempo de
vacaciones, pero que en vez de disfrutar en casa, o pasear con los amigos,
era un tiempo personal para limpiarse, barrer mi casa interior y después salir
a compartir la dicha de estar limpio y reluciente para ofrecernos a los demás,
creo que los niños les ha gustado saber que cuentan con los otros y que barrer
la casa no es tan difícil, solo requiere
de un poco de ganas y deseos de encontrarse con Jesús.
También se me ocurre nuestra vida como comunidad, todos los
sábados como hermanas limpiamos la casa en la que vivimos, cada una se ocupa de
una parte, pero eso no quiere decir que nos hacemos ciegas a dar y recibir manos, normalmente la limpieza
dura toda la mañana, desde que terminamos de desayunar hasta que dejemos
la casa en condiciones y cuando eso pasa, descansamos, ponemos la mesa y llega
la hora de volver a encontrarnos, aunque hemos estado juntas toda la mañana, la hora de comer es una hora especial porque
nos sentamos con la tranquilidad de que es nuestro tiempo.
Me parece que el adviento es un tiempo muy familiar y cotidiano, y
que todos de una u otra forma lo hemos vivimos
en la vida ordinaria sin mucho esfuerzo y conciencia, por eso es fantástico que tengamos un mes la gran oportunidad de
renovarnos, limpiarnos, barrernos, reconciliarnos y lo más importante
es que cuando ÉL llegue seamos realmente hermanas y hermanos en ÉL.